
La pasión por la montaña es difícil de explicar, básicamente es la parte sensitiva del alma y no la racional la que encuentra mayor satisfacción.

Los sentimientos no siempre se pueden explicar o justificar, pero el ser humano procura abrazar aquello que le hace sentir bien.

A pesar de que los esfuerzos y sacrificios físicos y psíquicos son incesantes, una y otra vez elegimos golpearnos contra este muro.

Hay ciertos momentos cuyo valor es intangible. El coste que pueden requerir queda fuera de todo debate, no preguntes cuánto, sino cuándo.

En estos momentos, sacrificamos casi todo si es necesario, cuando nuestra cabeza recela, porque tenemos hambre, sueño, sentimos cansancio, miedo, dudas,… En ese momento crítico, hay que avanzar.

La montaña ofrece oportunidades únicas. Nunca sabes cuándo podrás volver a experimentar un hecho concreto.

Debes tomar decisiones sobre la marcha, sin apenas tiempo de recapacitar. Decisiones definitivas en muchas ocasiones. Para bien o para mal.

La montaña te enseña a ser práctico y resolutivo. Ella te ofrece oportunidades y tú debes decidir, discriminar opciones, todo ello en base a tu experiencia y tu intuición.

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Agur
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