
La cresta occidental de Palomares, en Sierra Cantabria, Araba, es una excursión mañanera muy resultona.
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Hacía mucho tiempo que quería meterle el morro y finalmente, mi primo Ander, me acompaña en uno de esos días donde todo parece cuadrar.
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Al final, con el tiempo y con la edad, uno aprende a enfocar el esfuerzo. Reducir objetivos es la mejor manera de exprimir el tiempo y las experiencias que éstos te ofrecen.
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Cuando dentro de nuestra mente dejamos que interactúen una excesiva cantidad de planes, a veces, no permitimos que la luz de cada uno de ellos consiga alumbrarnos lo suficiente.
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Entre ellos se molestan, se tropiezan y muchas veces sin haber terminado uno, ya estás pensando en el siguiente, lo cuál te impide disfrutar el momento.
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Antes podías tener un plan por fin de semana, pero son demasiados los factores externos que influyen y condicionan el devenir de cada planificación.
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Cuando las cosas no fluyen como una mente optimista había planificado, se crea una acumulación de estrés y frustración que limitan nuestra satisfacción e incluso genera mal humor.
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Reducir los objetivos, ordenar las prioridades y esperar el momento. Si hay poco tiempo de espera, a veces podemos apresurarnos y no elegir el momento idóneo.
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Ampliando la ventana de tiempo, podemos acechar con más precisión y las posibilidades aumentan.
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Y de repente aprecias más los detalles, los olores, las texturas. Ahora que gobiernan los sentidos, puedes decir que vives.
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Agur
Precioso reportaje, siempre al borde del abismo, tentando dificultades y sopesando momentos y situaciones. La compañía, el departir, compartir y devenir de los momentos no volverán, por esa razón hay que fundir y hacer nuestros todos esos «momenticos» y hay que vivir hasta el límite cada paso y aliento en nuestro día a día.